RECUPERACIÓN Y ACTUALIDAD

CARNAVAL DE ISABA, RECUPERACIÓN PATRIMONIAL Y ACTUALIDAD



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El Carnaval de Isaba no sabemos durante cuantos años existió. Es de esos actos que raramente aparecen en los documentos, salvo que hayan requerido de algún bando que los regulase. En cualquier caso, como mucho, se pueden llegar a encontrar datos puntuales, nunca extensas descripciones.

En el caso concreto de Isaba no sabemos desde cuando, pero sí sabemos hasta cuando se celebraron. Podemos decir que la guerra, en 1936, puso su punto final, como en tantas y tantas localidades de Navarra; pero tan cierto como eso es que en los años treinta del siglo XX, antes de estallar la guerra, era ya un carnaval que agonizaba, que en poco o en nada se parecía al de unas décadas antes.

Durante cuarenta años, los correspondientes al mandato de Franco, pocos fueron los carnavales consentidos en Navarra. Es a finales de los años setenta, con la transición política cuando el Carnaval empieza a renacer de nuevo. Son muchos los pueblos que en Navarra recuperan sus antiguos carnavales, con los mismos personajes y la misma indumentaria. Mientras tanto, aquél viejo carnaval izabar, tan floreciente en el siglo XIX, empezaba a difuminarse en la memoria de los más ancianos.

En 1958, reflejando un trabajo de varios años de duración, el escritor izabar Mariano Estornés Lasa publicó la novela Oro del Ezka, en uno de cuyos capítulos hacía una extensa descripción de aquellas carnestolendas decimonónicas que conoció Isaba. Pero... siendo un relato novelado, ¿Cómo saber hasta era realidad y hasta donde era ficción?.

Llegada la década de los años ochenta, siglo XX, Fernando Hualde se pone a trabajar, principalmente con los ancianos de su entorno de barrio (Burguiberria); con Carmen, la de Txarrantxulo; con Baldomero, el de Esparz; con Trinidad y Lidia, las de Esandi; con Felisa y Víctor, de Pedrociprian; y, sobre todo con Patricia, la de Anzaya. Esta última tenía una memoria prodigiosa, y lo que es mejor, en esa memoria conservaba a la perfección todo lo que le habían contado sus padres, y lo que a estos sus abuelos, y...
Unos eran nacidos en el último cuarto del siglo XIX, y otros en la primera década del XX. Entre unos y otros, y a veces apoyándose los unos en los otros, se pudo recomponer con bastante precisión aquellos carnavales anteriores a 1900 y su evolución hasta la guerra. Llamaba poderosamente la atención la similitud de los personajes con la vecina Xuberoa.
Un dato curioso es que Ángel Galé, por poner un ejemplo, ante la llegada de los carnavales dejaba todo lo que tenía entre manos y se venía desde Madrid hasta Isaba a disfrutar de estos, ¡y vaya si disfrutaba!.

Aquellas entrevistas realizadas en los años ochenta sirvieron para saber que Mariano Estornés había hecho una descripción buena, y fiel a la realidad. Sirvieron también para ampliar datos y conocer pequeños detalles.

Isaba, como tantos otros pueblos, empezó de nuevo a celebrar los carnavales en el último cuarto del siglo XX. Nada tenían que ver con aquellos del siglo XIX, pero no por ello eran menos divertidos. Música, disfraces, cenas..., eran los aditivos necesarios. A pesar de ello, en muchas de las ediciones carnavalescas, se llegó a recuperar la figura de la Amandizarko.

En febrero de 1997 Fernando Hualde publicó en el nº 2 de la revista La Ondarra (editada en Pamplona con motivo de los carnavales) un amplio reportaje titulado “Isaba. Retazos generales de un carnaval extinguido”. Y precisamente ese reportaje es el que sirvió de base al año siguiente para que los niños de la escuela, bajo la dirección de su maestro Luis Sola, recreasen por vez primera aquél carnaval. La recuperación fiel de estos actos fue recogida con grandes elogios por los principales medios de comunicación, quienes se hicieron merecido eco de este esfuerzo de los escolares de Isaba y de toda la comunidad educativa de la villa. Por fin se conocía en Navarra, con toda riqueza de detalles, la descripción de un carnaval tal y como lo conocieron nuestros antepasados. Son pocas las localidades que hoy conocen, como lo conoce ahora Isaba, la historia y la evolución de su antiguo carnaval sin haber aparcado a ninguno de sus personajes. De los carnavales más antiguos de Navarra únicamente han trascendido hasta nuestros días algunos de sus protagonistas principales, o sus ritos más destacados, quedando ya para siempre otros muchos detalles sepultados en el mayor de los olvidos, y lo que es peor, sin posibilidad alguna de ser recuperados.
Isaba puede hoy hacer gala de poseer el carnaval más documentado de cuantos existieron en esta provincia en el siglo XIX.

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Los últimos recuerdos

De los carnavales anteriores a la guerra de 1936 se han rescatado también recuerdos muy concretos. Tal vez no quepa hablar de personajes habituales del carnaval, pero en aquellas carnestolendas de Isaba hubo escenas que décadas después, cerrado ya el paréntesis de su no celebración, han sido transmitidas y hoy recogemos aquí.

Recuerdan algunos que hubo quien aprovechó el carnaval en Isaba para escenificar la labranza; dos individuos se vestían de caballerías, y un tercer individuo era el encargado de llevar el arado. Esta escena se hacía en la plaza, como si fuese la era del bordal.
Se recuerda también que la última noche de carnaval el alguacil era el encargado de supervisar en la plaza que todos se quitasen el disfraz. El último alguacil a quien le tocó desempeñar este papel fue el tío Robustiano; el hijo de este era Benito, de quien Juan Martín recordaba que echaba los bandos con el tambor; curiosamente Juan tarareaba en euskera el ritmo del tambor: pot eta pot eta pot berri pot.
León Cebrián, el hojalatero, debía de ser también muy carnavalero; en una ocasión se caracterizó de mujer y no lo reconoció nadie en todos los carnavales. Hay también quien recuerda a Hilario Anaut en los carnavales de aquellos años de la II República vestido de oso, o hartza, personaje este que acompañado del húngaro que lo llevaba atado con una cadena, es el único que desde el siglo XIX aguantó hasta la extinción del carnaval en los años treinta, y a la vez ha sido uno de los primeros en recuperarse en el siglo XXI, concretamente en el año 2010.
Juan Tapia, padre del que fuese alcalde, Orestes Tapia, parece que también era amante de la juerga, de la guitarra y del carnaval. En Isaba hubo una letrilla popular, concretamente una jota, que decía: Si Juan Tapia dispusiera de las fiestas de este lugar, siete meses de Santiago, y cinco de Carnaval.



Lo cierto es que desde entonces al Carnaval de Isaba no le faltan guiños a aquellos antiguos festejos. Y es ahora cuando la asociación cultural Kurruskla está haciendo el esfuerzo por volver a dar vida a aquellas carnestolendas decimonónicas, independientemente de que de forma paralela se celebren de una forma más globalizada, o de que se lleguen a introducir elementos nuevos como la Sierpe, conocida a nivel popular como Herensuje de Antxomarro, que llenó de colorido y alegría los festejos del 2009; o el charlatán retratista que llegó en 2016 a inmortalizar con su cámara las carnestolendas de Isaba.